Morena, primera fase del fraude

Traen en su ADN al viejo PRI, el dinosáurico, desde su jefe máximo, Andrés Manuel López Obrador que militó en ese partido en su etapa más rancia, hegemónica y autoritaria, destacadamente con el presidente Luis Echeverría. Y por supuesto, de su lado tienen al rey de los mapaches, Manuel Bartlett, el que se robó la elección de 1988. FOTO: Especial

Mensaje Político


Alejandro Lelo de Larrea


Traen en su ADN al viejo PRI, el dinosáurico, desde su jefe máximo, Andrés Manuel López Obrador que militó en ese partido en su etapa más rancia, hegemónica y autoritaria, destacadamente con el presidente Luis Echeverría. Y por supuesto, de su lado tienen al rey de los mapaches, Manuel Bartlett, el que se robó la elección de 1988.

Por eso no sorprende que pongan en marcha aquellas viejas prácticas de fraude electoral, corregidas, modernizadas y recargadas para a toda costa ganar la elección del próximo domingo, la Presidencial por supuesto y de manera particular la de Clara Brugada en CDMX.

Toda triquiñuela suma, unas más otras menos, para la meta bastante complicada de Brugada: 3 millones de votos. Son dos fases del posible fraude: previo a la jornada electoral y el mero día.

De la primera etapa, muy importante la captura del IECM. En 2022, Claudia Sheinbaum, como jefa de Gobierno, logró colocar como presidenta del organismo electoral a Patricia Avendaño, entonces esposa de su consejero Jurídico del GCDMX, Néstor Vargas, con quien a la fecha sigue teniendo una firme alianza política.

En el IECM, hay consejeros electorales que consideran a Avendaño como el “Caballo de Troya” de la 4T en el Instituto. Tienen un temor: que le filtre a Morena cuáles serán las casillas muestra para los conteos rápidos que realizarán el 2 de junio, y que los operadores del partido retaquen de votos esas urnas para que, sin cómputo de por medio, den ganadora a Brugada en un albazo.

Otra triquiñuela: Brugada hizo campaña anticipada desde septiembre que dejó la Alcaldía Iztapalapa, a pesar de que las precampañas empezaron en noviembre. Avendaño guardó silencio.

Operación ‘chachalaca’ en su máxima expresión: la intervención del presidente López Obrador, quien desde el púlpito virtual de sus mañaneras se ha metido contra la clase media y dijo esperar que Iztapalapa vuelva a salvar a su movimiento.

Sheinbaum, como jefa de Gobierno utilizó a la fiscal carnal Ernestina Godoy para perseguir panistas, priístas y perredistas, después de que perdió las elecciones en 2021. Quiso descarrilar la candidatura de Santiago Taboada, pero no pudo. Siguió con esa estrategia el hoy jefe de Gobierno, Martí Batres con la misma Godoy y luego con el fiscal cuñado, y recientemente con la Secretaría de Seguridad Ciudadana, donde no por nada subsecretario Israel Benítez tiene el indicativo de “jefe Máximo”. Y qué decir de otras instancias del Gobierno que han utilizado para presionar a los adversarios o para llevarle programas y apoyos a la gente: Secretaría del Trabajo, del Bienestar, Finanzas, Gobierno, Salud, la Contraloría CDMX. También el SACMEX “cerrando la llave” en las alcaldías de la oposición para culpar a sus alcaldes de falta de agua, o surtiendo más pipas en las demarcaciones que gobierna Morena.

Otra: contrataron al cartel de las encuestas, que conforman todas las empresas, supuestamente serias y patito que trabajan para gobiernos de Morena y el propio partido. Las alinearon en escuadrón para inventar que Brugada tiene hasta 15 puntos de ventaja sobre Taboada. Ni ellos se la creen.

La segunda fase del fraude es el día de la elección. Al estilo del viejo priísmo hoy en Morena, preparan de todo: operación tamal, carrusel, ratón loco, urna embarazada, boletas falsas, compra y montaje de funcionarios y representantes de casilla, tarjetazo Bienestar (tipo Monex), foto de boleta, compra de credencial, casilla zapato. Pero esa es otra historia. Lo veremos.

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