Claudia, ¿aliados o empleados?

Ante lo cuestionada que resultó su designación como virtual candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum tiene una encrucijada.

Mensaje Político

Alejandro Lelo de Larrea


Ante lo cuestionada que resultó su designación como virtual candidata presidencial de Morena, Claudia Sheinbaum tiene una encrucijada: optar por ceder espacios políticos con tal de conformar alianzas que le ayuden a ganar, o preferir empleados, aunque ponga en riesgo su triunfo en 2024.

La disyuntiva viene a cuento porque el proceso de sucesión presidencial en Morena se les descompuso al ser desconocido por el segundo lugar, Marcelo Ebrard, quien con su postura manda el mensaje de que está con pie y medio fuera de Morena, por lo que la destapada corcholata Sheinbaum enfrenta de arranque un déficit de legitimidad y necesitará urgentemente alianzas políticas para compensar.

Esos respaldos que necesita Sheinbaum no puede tenerlos de sus empleados, sus subordinados políticos, como el caso del mando policial que pretende imponer como candidato a la Jefatura de Gobierno, sino tienen que provenir de aliados, pactos con personajes con trayectoria política propia, como los casos destacadamente de Clara Brugada, alcaldesa de Iztapalapa, o Ricardo Monreal, una de las corcholatas presidenciales.

Para consolidar alianzas Sheinbaum tiene que ofrecer algo importante a cambio: bien podría ser lo que se ha dicho para el caso de Monreal: la candidatura de Morena a la Ciudad de México. Cierto, Monreal no es el más querido entre una parte de las bases y liderazgos de su partido en la CDMX, porque lo responsabilizan del desastre electoral de 2021. Pero si precisamente le conceden ese poder en aquella derrota, deben estar convencidos de que puede ser determinante para ganar o no la Jefatura de Gobierno en 2024. Es decir, Sheinbaum y los grupos sectarios de Morena deberían estar pensando si prefieren perder la Ciudad de México con el PAN y su Frente Amplio por México (Santiago Taboada o Lía Limón), o hacer un pacto político con Monreal y que éste la pueda ganar. La pregunta adicional es: ¿A quién preferiría la presidenta Sheinbaum como jefe de Gobierno?

Para ello, Sheinbaum tiene que valorar el tamaño de Monreal no por el resultado de la cuestionada encuesta interna con la que fue designada, sino en la labor que cumplió para legitimar el proceso, más ahora con la inminente ruptura de Ebrard. También debe considerar el peso político que representa el zacatecano, con una trayectoria propia; un operador político y negociador nato que logró sacar las reformas más importantes al presidente López Obrador en el Senado de la República, donde conformó mayorías constitucionales con una oposición muy renuente a aprobar lo que viniera de la “4T”.

Sheinbaum también debe valorar la experiencia que tiene Monreal con su estructura política propia, y al mismo tiempo una trayectoria en procesos electorales de más de 30 años, cuyo ejemplo más importante fue cuando en 1998 rompió con el PRI y de la mano con López Obrador, vía el PRD, ganó la gubernatura de Zacatecas.

Sheinbaum tiene ahora en sus manos la gran decisión estratégica que le podría consolidar el triunfo presidencial en 2024: sellar en definitiva una sólida alianza con Monreal o correr el riesgo de perder la CDMX con todo lo que ello implica, porque su déficit de legitimidad prevalecería. Lo veremos.

FOTO: X / @IrvingPineda

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